El despertar
Todavía no nos
hemos recuperado de la hibernación. Me duele la cabeza. La mayoría de los niños
siguen llorando y vomitando. Creo que yo ya he echado todo lo que tenía que
echar, pero sigo mareada.
La capitana nos ha dicho que apenas quedan unas
semanas para llegar a nuestro destino. Nos han despertado con tiempo para que nos hagamos a la
idea. Yo no me hago a la idea. Me es imposible pensar que todo lo que conocía y
amaba ya no existe. Mis amigos llevan miles de años muertos, años en los que yo
he estado hibernando, como el resto de los pasajeros. Tengo náuseas otra vez.
Me pregunto cuándo acabará esta pesadilla de los vómitos. La hibernación nos ha
sentado mal a todos y los berridos de los niños solo aumentan esta sensación de
malestar. Al principio creía que iba a morir, creía que no lo iba a soportar,
pero todos hemos logrado sobrevivir… de momento.
Somos colonos.
Vamos a habitar un planeta que se descubrió unos cincuenta años antes de que yo
naciera y ahora tengo quince años, bueno, quince años tenía antes de dormir
miles de años.
Nos dirigimos
al planeta dorado. Al parecer los científicos piensan que la capa superior es
de oro o de un mineral parecido al oro. Por eso estamos aquí, siempre se trata
de dinero al fin y al cabo. Vamos en busca de El Dorado en el espacio.
—¿Te encuentras
bien, Emma?
Miro a mi
padre, pero no le contesto, sigo enfadada con él, sigo enfadada con todos por
haberme arrancado de mi casa en Virginia, de mi entorno de praderas verdes, de
mis amigos, de mi caballo Sweet Eyes,… la furia crece dentro de mí cada vez que recuerdo esa conversación con mi padre.
“No tenemos más remedio que aceptar esta oferta, he perdido mucho
dinero en los negocios. Estoy arruinado y no solo eso… Me he metido en líos,
hay gente que me haría mucho daño si no les pago lo que les debo, y no solo a
mí... No soportaría que os hicieran daño a ti y a tu madre... Vamos, Emma, no me
mires así, por favor, te gustará, será como estar dentro de una película de
ciencia ficción, será una gran aventura,…”.
Grité, lloré, me escapé de casa, pero no
sirvió de nada.
Los gemelos de
Texas están muy inquietos, no paran de llorar, son los más pequeños del grupo. La edad mínima para aceptar a los hijos de los colonos era de cuatro años y no creo
que los gemelos hayan cumplido todavía los cinco. La mayoría de las familias tienen niños de
edades entre los seis y los trece años. Yo soy de las mayores, bueno, solo somos
tres adolescentes. El chico de Wisconsin con diecisiete años es el mayor de los
tres. No para de mirarme y me pone nerviosa. Ahora me está mirando de nuevo,
así que me vuelvo hacia él y le pregunto:
—¿Por qué me
miras?
—¿Tú qué crees?
Tiene una
sonrisa bonita y está cuadrado, seguro que era atleta o jugaba al rugby en su
instituto.
—¿Porque soy la
única chica de la nave?
—No eres la
única, también está la capitana.
La capitana
debe de tener unos treinta y cinco años, o tal vez cuarenta, pero es preciosa,
rubia, alta y con cuerpo de modelo de Victoria’s Secret. No sé por qué, pero en ese momento me da mucha rabia que me compare con ella.
—¿La capitana
es una chica? Pero si podría ser tu madre.
Él se ríe
divertido.
—¿Estás celosa?
¿Crees que eres la única chica guapa de la nave?
—Déjame en paz —le
digo mientras me alejo caminando deprisa—. Y deja ya de mirarme.
No me gusta que
me digan que soy guapa porque no lo soy. Soy normal, con el pelo castaño, los
ojos castaños, estatura media, constitución media. No hay nada en mí que sea
llamativo, bueno, tal vez mi pelo porque lo tengo muy largo, me llega casi hasta
las caderas y es liso como una tabla de planchar. Puede ser que sea bonito, no
lo sé, pero sí sé que es parte de mi personalidad.
El chico de
Wisconsin me sigue mirando, me sonríe y me guiña un ojo. Supongo que para él
soy una especie de reto.
El otro adolescente
es el español de los ojos verdes. Su padre forma parte de la tripulación, me
pregunto por qué ha arrastrado a su familia a este lugar… Sé que llevaban
varios años viviendo en California antes de formar parte del proyecto. El padre es científico, tan guapo como su
hijo, con los mismos ojos verdes. La madre es rubia con ojos azules,
pero tiene las facciones demasiado grandes para resultar atractiva. Ellos son
los únicos extranjeros, bueno, ahora que lo pienso bien, resulta bastante estúpido
llamar extranjero a alguien que está en medio del universo, en todo caso, todos
somos extranjeros.
La carga de la
nave es prácticamente de tierra, semillas y plantas, me pregunto por qué
llevamos tanta tierra. Se supone que hace cuarenta años enviaron naves con
tecnología y maquinaria; y hace otros veinte años enviaron una expedición de
técnicos que iban a preparar las naves en habitáculos para los colonos.... veinte
años en aquel lugar… ¿qué nos habrán preparado? ¿Cómo será nuestra casa? No
mucho más acogedora que la nave en la que estamos, eso es seguro. Ese planeta tendrá
oro, pero no tendrá campos verdes, ni bosques, ni caballos… el corazón me da un
vuelco cuando pienso en Sweet Eyes, lo echo tanto de menos…
Me gusta la
familia de Washington. Sarah es profesora de matemáticas y Rob es arquitecto. Tienen
una hija de diez años y otra de siete.
—¿Vosotros
también os arruinasteis como mis padres para aceptar venir a este lugar?
—Oh, no. No
tiene nada que ver con el dinero. Es solo que nos pareció una idea brillante poder
viajar a través del universo gratis y sin ser astronautas… era simplemente un
sueño hecho realidad. Siempre hemos buscado nuevos retos, así que en cuanto
supimos del proyecto, nos inscribimos. Nos pusieron en lista de espera, pero al
final nos aceptaron. ¡Fue muy emocionante cuando nos dijeron que íbamos a viajar
al planeta dorado!
—Pues para mí
fue una tragedia.
—Vamos, Emma...
Lo peor ha sido despertar de la hibernación, pero ya ha pasado.
—Todavía no
hemos llegado, no sabemos qué nos espera.
—Tranquila, a
nosotros nos aseguraron que todo estaba muy bien organizado. No habrá ningún
problema. Las primeras naves llegaron hace cuarenta años, y los científicos y
demás técnicos hace veinte años. Con toda la tecnología punta que trajeron, todo
estará perfecto para que nos asentemos y formemos un hogar, ya verás, cariño, será
genial, no te preocupes.
Yo no tengo
muchos conocimientos de ciencia, pero hay algo que para mí es obvio y no
encaja, así que le digo:
—Pero, ¿cómo
pueden saber que todo estará bien organizado si la comunicación con la Tierra
es imposible debido a la distancia tan grande que hay? Si las primeras naves
tardaron miles de años en llegar, al igual que nosotros, eso quiere decir que
aunque nosotros saliéramos con cuarenta años de diferencia, la primera misión
espacial estaba todavía en camino cuando nosotros abandonamos la Tierra… No
tienen forma de saber que todo estará organizado.
Sarah se queda
pensativa unos instantes, pero luego vuelve a sonreír con esa sonrisa
contagiosa que tiene.
—Hemos llegado
hasta aquí sanos y salvos, ¿verdad? Pues deja de preocuparte, Emma, todo va a
salir bien, ya verás.
Me aprieta la
mano para darme ánimos, pero lejos de sentirme animada, cada vez me siento más
inquieta. Sigo pensando que esta es una misión suicida…
La capitana nos
ha invitado a todos (a los cincuenta pasajeros además de los miembros de la
tripulación al completo) a la sala de control. Vamos entrando y nos vamos
colocando de pie unos detrás de otros. Cuando ya estamos todos, se abren los
paneles de visión y contemplamos por fin el planeta dorado, el que será nuestro
hogar. Hay exclamaciones por todas partes al verlo, “qué bonito”, “parece una
joya en el firmamento”, “cómo brilla”, “¿todo eso es oro?”. Algunos hacen hasta
bromas acerca de toda la cantidad de oro que les espera, pero a mí me da un
vuelco el corazón. Tengo miedo.
La capitana
está hablando, tiene don de mando, habla con firmeza y autoridad, pero yo no
escucho lo que dice, no puedo dejar de observar ese círculo dorado y las
sombras negras que lo rodean como un velo de gasa transparente.
—¿Qué son esas
sombras negras?
Mi voz ha
sonado demasiado fuerte, no pretendía que nadie me oyera. Me hacía la pregunta
a mí misma, pero ahora todos están en silencio y me miran. La capitana se
dirige a mí:
—No sabemos qué
pueden ser, pero lo más probable es que se trate de gases de algún tipo que
envuelven la atmósfera. No hay nada de qué preocuparse. Llegaremos dentro de
una semana. Esperamos que todos estén recuperados para entonces, en especial
los más pequeños, nos esperan unos momentos muy emocionantes y trascendentales…
Vuelvo a
sumirme en mis pensamientos y dejo de escuchar lo que dice. Esas sombras se
mueven, si a esta distancia podemos ver cómo se mueven, ¿a qué velocidad deben
de ir?
Me giro y veo
al chico español que me está mirando, pero en cuanto lo miro, él aparta la
mirada. No es como el chico de Wisconsin, si me mira es por algún motivo, tal
vez por la pregunta que he hecho, tal vez haya escuchado algo de su padre.
Tengo que hablar con él.
Me lo encuentro
a la hora de la comida y voy directamente a su encuentro, él parece sorprendido
y no sabe hacia dónde mirar. Pero yo soy directa y no me voy por las ramas.
—Te he visto en
la sala de control, me miraste cuando pregunté por las sombras.
—Todo el mundo
te miró.
—Pero luego la
capitana siguió hablando y ya nadie me prestó atención, sin embargo, tú
seguiste mirándome. ¿Qué sabes de esas sombras negras?
Él me observa
unos instantes sin responder, pero luego dice:
—No sé nada más
aparte de lo que ha dicho la capitana.
Tiene la voz
grave, profunda, me gusta el sonido de su voz con ese acento del norte de
España.
—Tu padre forma
parte de la tripulación, seguro que han hablado del planeta y tal vez tú has escuchado
algo.
—Ya te he dicho
que no sé nada.
—Si lo
supieras, ¿me lo dirías?
Lo miro a los
ojos con intensidad, con súplica, con temor... No sé qué ve él en mi mirada,
pero al final asiente.
Oigo a Sarah,
me llama para que vaya con ellos a comer, mis padres se encuentran también
allí, intentan parecer contentos, pero yo sé que no lo están.
Cada día que
pasa hablo más con el chico español, se llamar Xavier, tiene un año más que yo
y es muy inteligente. Habla como un científico, tal vez sea influencia de su
padre. También suelo hablar más con el chico de Wisconsin, Tim. No es tan
superficial como yo pensaba al principio, es bastante payaso y le gusta hacer
reír a los demás, eso está bien, los niños se olvidan de la pesadilla de las
vomiteras cuando Tim los entretiene.
A veces coincidimos los tres, poco a poco
nos estamos haciendo amigos.
Ahora me encuentro más cómoda aquí y no me
importaría que esta situación se prolongara un poco más, pero el momento
culminante está al llegar.
Mañana
aterrizaremos.
© Trinity P. Silver
Guauuuu!!!! Qué pasada me encantaaaaa!!!! Pero me has dejado con la intriga de saber que pasará, que serán esas sombras, como les irá el aterrizaje... Espero que publiques pronto la segunda parte del relato.
ResponderEliminarEstá super bien escrito y engancha muchísimo, creo que te daría para un libro super mega emocionante.
Es una pasada.
^_^ Nos leemos.
Uy un relato, super interesante y con gran imaginación me gusto mucho. Un beso y buen fin de semana
ResponderEliminarEs original, me ha gustado la idea del Dorado en el espacio. Cada cuánto vas a sacar un capítulo? para intentar seguirlo, tengo curiosidad...
ResponderEliminarCreo que una parte por semana :)
EliminarTiene tres partes, esta es la primera, así que quedan dos ;)
Me he quedado gratamente sorprendido por tu forma de escribir, sobria y elegante. Los diálogos además contribuyen a generar mayor interés. Felicidades
ResponderEliminar¡Me ha gustado mucho! ^^
ResponderEliminarAl igual que la imagen que has puesto en la entrada ;)
Un besote =P
ES UNA NOVELA?.
ResponderEliminarESCRIBES MUY BIEN Y LA TRAMA ES INTERESANTE; HAY QUE TRATAR DE SEGUIRLA PARA PODER SABER MÁS PORQUE NOS DEJAS ESPERANDO... UN BESITO QUERIDA AMIGA.
No es una novela, solo es un relato corto con tres partes.
EliminarHe decidido publicar una parte cada semana para que sea más fácil de leer y para crear un poquito de intriga ;)
Hola linda!
ResponderEliminarY QUÉ SON LAS SOMBRAS!? Eres una pilla!! Haces un gran cambio de escena sn decir nada, que está bien, que entiendo que hay que mantener el misterio, pero es que ni frase misteriosa encubridora me pusiste, potita yo!
En cuanto al escrito en sí, me ha encantado la idea de la criogenia, que despierten sintiéndose mal después de mil años, GENIAL, y que todo estça muerto para cuando lo hacen. Le da como realismo, como una idea de que en verdad es fuerte, una decisión muy dura.
En cuanto los personajes, la prota se ve que es inteligente, lógica, eso me encanta! En cuanro a los chicos, creo que necesito más para conocerlos.
Pero bueno, cuando vuelvas, he de volver.
Saludos!
Estuve por aquí, comenté, me lo quitó el blog.
ResponderEliminarDecir que eres pilla por cambiar escena sin decir nada cuando iban a hablar de las sombras.
Que me gusta la idea de hibernación y como lo trataste, realista!
Que los protas, me gusta ella: inteligente, lógica. Los otros, necesito conocerlos en sí, porque no que ella me diga es suficiente.
Cuando vuelvas, estaré por aquí.
Muy interesante! Me ha gustado mucho. Espero leer la continuación pronto :)
ResponderEliminarMe ha encantado!!!!! Está muy interesante y dejas varias cosas en máximo interés!!!!
ResponderEliminarEstaré atenta a cuando publiques!!!
Besos!!
Me ha gustado mucho, es muy interesante, estaré pendiente de tu próxima publicación.
ResponderEliminarBesazos!!!
El Dorado.... Con hibernación,colonos,sombras.... Interesante es la palabra q le viene muy bien.
ResponderEliminarUn beso
Ya estoy deseando que saques otro capítulo!!
ResponderEliminarTe mando un besazo y me suscribo para no perderme nada!
Catalina.
Muy juvenil el relato, para los mas jovenes.... me ha llamado la atencion y tome el tiempo para leerlo me ha atrapado.
ResponderEliminarleere la segunda parte para conocer que les espera en el planeta dorado.
bendiciones...
Que bueno. Lleva tu sello, sin duda. Me encanta como destila fantasía a todos los niveles. En cuanto tenga otro ratito me leo la segunda parte. :D Sigue así!
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